martes, 29 de marzo de 2011

Carta 3


Entonces comienzo a pensar en cómo todo se va realizando y nada es gracias a mí. Comienzo a ver al mundo del otro lado de las vías de un ferrocarril, y observo como cada uno contiene lo necesario para continuar... y a mí me falta todo, todo que es una sola cosa, tu amor.
Fijo mis ojos en la felicidad ajena, en la realización de lo cotidiano y me doy cuenta que eso para mí no existe, pero porque no existe una vida que se viva realmente, porque realmente sin vos, no hay vida.
Sigo pensando en la forma de subsistir, porque sobrevivo cuando no estás, trato de continuar imaginando futuros, de idealizar sueños y palabras. De vivir a través de la profunda mirada que contenían tus ojos la última vez que los vi. De terminar la frase que quedó inconclusa cuando perdí de vista tu rostro triste por nuestra separación.
Veo al mundo girar en su entorno, veo al espacio seguir un ritmo sincronizado y desentono con el paisaje porque no tengo un eje que me indique el lugar hacia donde debo mirar. Perdí la brújula que guiaba mis pasos hacia donde tu señal se encontraba.
Pienso que capaz te halles del otro lado de estas vías, esperando que cruce y te encuentre, pero cada vez que lo intento, el tren pasa y no logro atravesarlo. Pero vení vos, encontrate de mi lado, desentonemos juntos en este universo donde todos saben cómo se debe existir, tomá mi mano y sentémonos a reír de las barreras de lo reglamentario, de los impedimentos que los demás son incapaces de enfrentar.
Yo sé que así se puede, que con vos puedo, por eso te invito. Pero a la vez es más que una invitación, es una súplica repetitiva, un llanto agudo y doloroso que cargo en mi alma.
Observemos juntos al resto, con la inocencia de un niño que tiene un lugar propio, que lo crea a partir de otra persona quien le regala la oportunidad. Seamos como el Principito y su rosa, enseñame cosas y permitime que las conozca. Dame tu mundo y hacelo nuestro, pero no te me deshojes amor mío, no te me marchites nunca que sos mi planta de amor.
Dejame que te riegue, que te cuide y prometo ser feliz. Sé que hay algo que nos espera, un planeta tuyo y mío, donde el horizonte no sea un confín de vidas que causan miedo y risa, sino estrellas de sueños, que con sólo estirar la mano conseguimos tomarlas. Un lugar donde el sol se oculta y duerme, donde termina el arco iris junto a la olla de monedas de oro.
Te busco por allá enfrente y detrás de mio, aunque si estuvieras de mi lado te encontraría, mi desierto no es grande. Mi tierra brilla por la soledad.
Tal vez estás en un banco y al igual que yo, tejés ilusiones y confias en que no son vanas, que no se enganchan en el aire, porque nos vamos a encontrar.
Yo te espero y estoy segura de que vas a cruzar las vías y vas a viajar conmigo, en una nave por el espacio, para instalar nuestras vidas en un universo mágico donde vivamos todo lo posible y lo maravilloso del amor.

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