martes, 13 de marzo de 2018

Carta 8



Noche a noche te sigo encontrando en mis sueños, recorriendo las calles de una ciudad que añoro, pero que no me recuerda. Encontrándote sonriente entre figuras extrañas. Viajando a lugares que jamás conocimos ni conoceremos.
Quedo atrapada en los sueños como si fuera el último recoveco donde inventar miles de continuaciones a la historia que tuvo final. Porque no son los recuerdos lugares seguros, ya que habitan el pasado. Sin embargo, los sueños levantan metrópolis nuevas cada vez que cierro los ojos.
Luego despierto y no estás. Por más que trate de retenerte, todo se hace aire. Y le secunda ese momento de vacío infinito lleno de realidad que me hela unas cuantas horas. Entonces maldigo esa imaginación inconsciente que me hace revivirte tan palpable.
No sé si soñarte sea un calmante crónico. A la larga se convierte en una procesión lenta que acompaña el sepelio de lo que fuimos. Una despedida constante que no me deja enterrar un amor que no llegó a la cuarta estación del año.
Debería dejarte en la puerta del próximo sueño, en la entrada de la siguiente metrópolis, esperando embarcar algún viaje, perdiéndome de tu vista entre la muchedumbre…tal vez en mi próximo sueño deba irme yo, que me veas dejarte, que se entienda la partida, para que no vuelvas cuando mis párpados caen cansados. Quizás si consigo despedirme en sueños pueda olvidarte definitivamente en la vigilia.

martes, 29 de marzo de 2011

Carta 7


Me cuesta comprender de qué forma se rompe el alma o el corazón. Sin embargo sí entiendo el dolor que causa. Es un dolor profundo, hondo, que poco a poco comienza a ser tan fuerte que no se consigue respirar.
Cuando el alma se rompe o estalla, el brillo de los ojos desaparece y la distancia en la queda uno de los demás se plasma en las pupilas dilatadas. Las manos se enfrían y son incapaces de acariciar al viento. Los olores de la vida se disipan y los colores grisácean.
Y  todo sucede cuando uno comienza a darse cuenta que aquello que soñó no logra ser. Ese amor que se creyó eterno se desvanece poco a poco y la complicidad entra en decadencia. Los pensamientos ya no son comunes y los sueños se disparan en caminos contrarios.
Antes que el alma y el corazón detonen…agonizan. Y es en la agonía cuando seguimos intentando recuperar lo que venimos perdiendo en el camino. Es en esos últimos palpitares donde las luchas ya están perdidas aunque no nos rindamos.
Si toco tu mano y acaricio tu rostro buscando indicios de lo que algún día fuimos, es porque la muerte de esta historia se acerca. Si intento aproximarme y el frío aún permanece es que te he estado perdiendo desde hace algún tiempo.
Sin embargo, a pesar de todo cuando, el alma y el corazón agonizan, detonan, estallan, se rompen…lo más difícil sigue siendo decir ADIOS.

Carta 6




Cómo se llama cuando las palabras no describen el inmenso vacío que se siente. De qué hablamos cuando eso que creíste construir te terminó destruyendo. Qué término se utiliza para cuando el nombre de quien se ama es sinónimo de mentira.
Qué palabra se rescata cuando los recuerdos pasan de ser imborrables a hacer daño. Cuál es la expresión que existe para cuando la confianza, que era ciega, se rompe para siempre. De qué manera llamarías a la mezcla de nostalgia y dolor.
En qué diccionario encuentro el vocablo que señale la inmovilidad de mi cuerpo ante tu ausencia y a la vez la desesperación ante tu presencia. Cómo se dice cuando el corazón se enoja consigo mismo por no haberse dado cuenta que la historia que vivía era una ficción.
¿Sabes cómo se llama, de qué hablamos, qué término utilizamos, qué palaba se rescata, cuál es la expresión correcta, el vocablo y cómo se dice? Sencillamente: DESILUSIÓN .

Carta 5




Colgué el teléfono, y me quedó retumbando tu vocecita dulce diciéndome que soportemos, que no importa cuántos kilómetros contengan las rutas que nos separan las podemos superar, que te espere para estar bien.
Colgué y lloré más que cuando era nena y me perdía de mamá. Sentí el inmenso vacío adentro y alrededor mio y escuchaba ese beso que llegó por la línea.
Me fui a dar una ducha para calmarme, y en mi cuerpo tus huellas y tus caricias, estaban marcados tan profundo que veía las cicatrices de todas ellas. No podía dejar de recordar los momentos en que cada una quedo marcada en mi cuerpo con tanta precisión.
Y seguí llorando, porque el día se me hizo eterno, y así seguirá siendo el otro... y el otro... Y así son las horas, me matan cuando nunca pasan. Pero cuando estás es como si en un pestañeo llega el fin de la visita. Capaz es el universo que se nos ríe por la espalda y no me doy cuenta.
Sufro con cada despedida, pero siempre es un poco más, será porque a tan larga distancia mi felicidad se ve limitada a unos minutos por teléfono, a unas fotos pegadas en mi espejo, a cartas que ya me las sé de memoria.
Pagaría fortunas por traer cerca todo tu ser magnífico, por tenerte un rato más, ese momento que se nos cortó cuando te fuiste a comer, a bañar, a dormir lejos de mis caricias que de noche se multiplican.
Estoy convencida que el tiempo nos va a regalar  algún día la oportunidad de estar en una casa, comiendo juntos, durmiendo en la misma cama, riéndonos de las mismas cosas, compartiendo los momentos más lindos. Pero en la espera, cada sueño se hace desear hasta que derramamos lágrimas de sangre y se nos va muriendo el corazón.
Sólo pido un poco de tiempo extra que se pare para nosotros, que se muera el tic tac del reloj en un beso tan lleno de pasión y tan cargado de entregas diarias y nada complejas. Sólo pido lo que nos falta, por lo que suplicamos y morimos lentamente, agonizamos en el dolor más fuerte, que es el del alma.
Mañana, otra vez va a amanecer, y no vas a estar, ni siquiera en la ciudad y caminar por ella será como pasear en un paisaje desolado , todo solitario, todo árido, nada de vida para mí. Voy a ir hacia el horizonte tratando de encontrarte atrás del sol, sentado en la luna plateada, esperándome con una rosa tan blanca y pura como tu sonrisa, pero es seguro que nada de eso pasará. Entonces voy a volver resignada a casa, a sentarme y mirar como la vida se pasea por enfrente de mi cara y se aleja, montando a mi alegría.
Repetiré la misma cantidad de lágrimas, hasta que vuelva a suspirar un poco de aliento vital en el momento en que suene el teléfono y escuche tu voz dulce diciéndome que me calme, que ya venís, que no importa cuantos kilómetros tengan las rutas que no separan... nosotros con esta forma de amarnos... las superaremos.

Carta 4



Todavía no habrás recibido noticias mías y mis ansias ya vuelven a perturbarme, y a hacer que escriba lo que es más reciente. Es como una necesidad la de escribirte, aunque tenga que contarte simplemente las veces que pensé en nosotros, en lo que va del día. Ha de ser que no acostumbro a mi voluntad a estar sin vos.
Anoche buscando papeles, encontré varias cartas, todas breves y dirigidas a tu casa. Nunca llegaron, porque nunca las creí interesantes como para que se merezcan ser leídas por vos que tenés tu mente ocupada en tus cosas. Pero me resulto gracioso ver como cada una iba creciendo en palabras y se hacían más profundas. Rememorando las fechas, me di cuenta que crecían como mis sentimientos hacia vos.
Fui rescatando frases y comparándolas con lo que diría hoy, muy poco es aquello con respecto a cómo hablaría mi corazón si estuvieras conmigo. Pensar que todo comenzó con una simple mirada, y fue evolucionando hasta la última carta donde me despedía diciendo TE AMO.
Y es cierto... te amo, más que nunca, más que antes, pero de seguro menos que mañana. Te amo, pero me acostumbré a amarte a la distancia, en las sombras, callando mis sentimientos, por cobardía, o por miedo al después. Me fui enamorando de tu recuerdo tan único, tan presente, que lo mantengo vivo y lo cuido demasiado.
Me fue conquistando la forma en que te imaginaba, allá a los lejos, estudiando, o tal vez charlando con algún amigo. Me gustaría sentir tu aroma, que es viejo, porque hace tanto de la última vez que hablamos y que lo sentí.
Inconscientemente me apoderó la esperanza de que vuelvas por aquella promesa que dijiste en la puerta de mi casa, cada palabra resuena en mi mente y las escucho bien claro. Todavía guardo mis besos, caricias y abrazos, en cajas con moños para dártelos y que sean tuyos.
Hacía tiempo que no te pensaba con el corazón en la mano, capaz, porque mi corazón se fue atrás del tuyo y prefirió tu guarida.
A veces inconscientemente salgo y miro hacia todos lados, como buscándote, y hay momentos que creo que venís. Pregunto por vos y lo que sé es por conocidos, aunque nunca me animo a preguntar si tenés pensado venir a buscar lo que te guarde, como me lo pediste.
Las cartas están casi amarillentas por el tiempo, casi como todo lo que hemos vivido, aunque a esos recuerdos los limpio cada semana. Las hojas aclararon como creía y creo cada suspiro, un poco ingenua pero yo lo llamo AMOR.
Quiero pensar que vos también preguntás por mí, preguntás por todo lo que dejaste acá. Aunque en realidad no es mucho ya que de mí te llevaste bastante. Pensar que vos también recordás la última noche en que hablamos y estuvimos juntos hasta que llego la hora en que salía tu micro. Que querés volver por aquella promesa en la que tanto insisto.
Anoche lloré mucho, porque te extraño y sé que pasó un tiempo un poco largo y sentí miedo de esperar en vano. Porque yo necesito esperar tus caricias, escuchar tu risa y sentir tus besos. Yo te necesito, para decirte lo que jamás me animé, decirte lo que por orgullo callé esa noche y lo escribí, pero no te llegó.
Todavía no has de tener noticias mías, y yo vuelvo a escribirte y tampoco sé si esto lo voy a mandar. Creo que lo hago para colmarme de vos por un rato más. Para calmar a mis ansias y a mi nostalgia, aunque sea hasta mañana en la noche, que de seguro te vuelvo a escribir...

Carta 3


Entonces comienzo a pensar en cómo todo se va realizando y nada es gracias a mí. Comienzo a ver al mundo del otro lado de las vías de un ferrocarril, y observo como cada uno contiene lo necesario para continuar... y a mí me falta todo, todo que es una sola cosa, tu amor.
Fijo mis ojos en la felicidad ajena, en la realización de lo cotidiano y me doy cuenta que eso para mí no existe, pero porque no existe una vida que se viva realmente, porque realmente sin vos, no hay vida.
Sigo pensando en la forma de subsistir, porque sobrevivo cuando no estás, trato de continuar imaginando futuros, de idealizar sueños y palabras. De vivir a través de la profunda mirada que contenían tus ojos la última vez que los vi. De terminar la frase que quedó inconclusa cuando perdí de vista tu rostro triste por nuestra separación.
Veo al mundo girar en su entorno, veo al espacio seguir un ritmo sincronizado y desentono con el paisaje porque no tengo un eje que me indique el lugar hacia donde debo mirar. Perdí la brújula que guiaba mis pasos hacia donde tu señal se encontraba.
Pienso que capaz te halles del otro lado de estas vías, esperando que cruce y te encuentre, pero cada vez que lo intento, el tren pasa y no logro atravesarlo. Pero vení vos, encontrate de mi lado, desentonemos juntos en este universo donde todos saben cómo se debe existir, tomá mi mano y sentémonos a reír de las barreras de lo reglamentario, de los impedimentos que los demás son incapaces de enfrentar.
Yo sé que así se puede, que con vos puedo, por eso te invito. Pero a la vez es más que una invitación, es una súplica repetitiva, un llanto agudo y doloroso que cargo en mi alma.
Observemos juntos al resto, con la inocencia de un niño que tiene un lugar propio, que lo crea a partir de otra persona quien le regala la oportunidad. Seamos como el Principito y su rosa, enseñame cosas y permitime que las conozca. Dame tu mundo y hacelo nuestro, pero no te me deshojes amor mío, no te me marchites nunca que sos mi planta de amor.
Dejame que te riegue, que te cuide y prometo ser feliz. Sé que hay algo que nos espera, un planeta tuyo y mío, donde el horizonte no sea un confín de vidas que causan miedo y risa, sino estrellas de sueños, que con sólo estirar la mano conseguimos tomarlas. Un lugar donde el sol se oculta y duerme, donde termina el arco iris junto a la olla de monedas de oro.
Te busco por allá enfrente y detrás de mio, aunque si estuvieras de mi lado te encontraría, mi desierto no es grande. Mi tierra brilla por la soledad.
Tal vez estás en un banco y al igual que yo, tejés ilusiones y confias en que no son vanas, que no se enganchan en el aire, porque nos vamos a encontrar.
Yo te espero y estoy segura de que vas a cruzar las vías y vas a viajar conmigo, en una nave por el espacio, para instalar nuestras vidas en un universo mágico donde vivamos todo lo posible y lo maravilloso del amor.

Carta 2




Mis ojos se van cerrando, el sueño me va consumiendo, y la locura toma mi mano, me guía hacia el delirio completo.
Afuera el viento sopla fuerte y todo lo que toca se enfría hasta hacerlo hielo. Estoy protegiendo a mi corazón.
Prometiste venir en mi búsqueda, pero todo este tiempo que he estado encerrada entre las paredes húmedas de este cuarto, estuve sola… gritando tu nombre a la nada y a mi muerte imaginaria.
Me siento como en un castillo, donde soy la princesa prisionera un terror sin rostro...  la que espera la llegada del príncipe azul, que va a rescatarla. Pero mi fantasía no calma los nervios que me causa la soledad.
Hablo de sobrevivir a la cruz de los fantasmas del mundo, de tu propio fantasma que me saluda desde la ventana... y tan burlonamente me dice adiós.
Lloro con pánico, mientras recuerdo esa forma de tocar mi rostro y de mirarme cada momento. Pero ríos de lágrimas saladas no hacen más que romper en pequeños pedazos mi alma enamorada de tu imagen que, de a ratos, me causa tanto miedo.
Cuando me arrimo al vidrio y veo la gente pasar, mientras escucho sus pasos, miro la puerta, y espero que el picaporte se abra y entres como esos héroes que vuelven de la guerra en busca de lo que un día dejaron. Pero sólo entra una brisa que besa el cuerpo y me atrae al abismo... me endulza la muerte, me envuelve en la imaginación de que lo que me espera será m{as que tu armadura de caballero histórico.
Mi cama toma la forma de mi cuerpo, y me voy durmiendo para ver si soñando te siento, o si vos  sentís mis llamados desesperados...
Nuevamente va a ser una noche oscura, la luna no quiso salir, y las estrellas misteriosamente desaparecieron del cielo. Ya no hay constelaciones por admirar, como tampoco amor para guardar...
Cierro mis manos para atrapar el aire que alguna vez respiraste y tuvo tu aroma, mientras sea posible tenerlo en mi palma quedará un suspiro para que mi alma siga en mi realidad... o la tuya... o la del mundo. Este el tiempo que te doy para que retornes a mí y abras mis ojos, para que mi mirada perdida se fije en el brillo de tus pupilas y otra vez vuelva a sentir el calor de tus labios... para que mi vida se llene de tanto amor, que levante al sol... hasta a donde Dios extiende su mano y nos regala una nueva oportunidad para ser realmente felices.