martes, 29 de marzo de 2011

Carta 2




Mis ojos se van cerrando, el sueño me va consumiendo, y la locura toma mi mano, me guía hacia el delirio completo.
Afuera el viento sopla fuerte y todo lo que toca se enfría hasta hacerlo hielo. Estoy protegiendo a mi corazón.
Prometiste venir en mi búsqueda, pero todo este tiempo que he estado encerrada entre las paredes húmedas de este cuarto, estuve sola… gritando tu nombre a la nada y a mi muerte imaginaria.
Me siento como en un castillo, donde soy la princesa prisionera un terror sin rostro...  la que espera la llegada del príncipe azul, que va a rescatarla. Pero mi fantasía no calma los nervios que me causa la soledad.
Hablo de sobrevivir a la cruz de los fantasmas del mundo, de tu propio fantasma que me saluda desde la ventana... y tan burlonamente me dice adiós.
Lloro con pánico, mientras recuerdo esa forma de tocar mi rostro y de mirarme cada momento. Pero ríos de lágrimas saladas no hacen más que romper en pequeños pedazos mi alma enamorada de tu imagen que, de a ratos, me causa tanto miedo.
Cuando me arrimo al vidrio y veo la gente pasar, mientras escucho sus pasos, miro la puerta, y espero que el picaporte se abra y entres como esos héroes que vuelven de la guerra en busca de lo que un día dejaron. Pero sólo entra una brisa que besa el cuerpo y me atrae al abismo... me endulza la muerte, me envuelve en la imaginación de que lo que me espera será m{as que tu armadura de caballero histórico.
Mi cama toma la forma de mi cuerpo, y me voy durmiendo para ver si soñando te siento, o si vos  sentís mis llamados desesperados...
Nuevamente va a ser una noche oscura, la luna no quiso salir, y las estrellas misteriosamente desaparecieron del cielo. Ya no hay constelaciones por admirar, como tampoco amor para guardar...
Cierro mis manos para atrapar el aire que alguna vez respiraste y tuvo tu aroma, mientras sea posible tenerlo en mi palma quedará un suspiro para que mi alma siga en mi realidad... o la tuya... o la del mundo. Este el tiempo que te doy para que retornes a mí y abras mis ojos, para que mi mirada perdida se fije en el brillo de tus pupilas y otra vez vuelva a sentir el calor de tus labios... para que mi vida se llene de tanto amor, que levante al sol... hasta a donde Dios extiende su mano y nos regala una nueva oportunidad para ser realmente felices. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario