martes, 13 de marzo de 2018

Carta 8



Noche a noche te sigo encontrando en mis sueños, recorriendo las calles de una ciudad que añoro, pero que no me recuerda. Encontrándote sonriente entre figuras extrañas. Viajando a lugares que jamás conocimos ni conoceremos.
Quedo atrapada en los sueños como si fuera el último recoveco donde inventar miles de continuaciones a la historia que tuvo final. Porque no son los recuerdos lugares seguros, ya que habitan el pasado. Sin embargo, los sueños levantan metrópolis nuevas cada vez que cierro los ojos.
Luego despierto y no estás. Por más que trate de retenerte, todo se hace aire. Y le secunda ese momento de vacío infinito lleno de realidad que me hela unas cuantas horas. Entonces maldigo esa imaginación inconsciente que me hace revivirte tan palpable.
No sé si soñarte sea un calmante crónico. A la larga se convierte en una procesión lenta que acompaña el sepelio de lo que fuimos. Una despedida constante que no me deja enterrar un amor que no llegó a la cuarta estación del año.
Debería dejarte en la puerta del próximo sueño, en la entrada de la siguiente metrópolis, esperando embarcar algún viaje, perdiéndome de tu vista entre la muchedumbre…tal vez en mi próximo sueño deba irme yo, que me veas dejarte, que se entienda la partida, para que no vuelvas cuando mis párpados caen cansados. Quizás si consigo despedirme en sueños pueda olvidarte definitivamente en la vigilia.

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